Arquitectura: Más que Una Construcción.


      “La arquitectura no es solo una construcción física, también una narrativa que cuenta una historia”. Como bien se menciona en esta cita de Bjarke Ingels, la arquitectura no solo es una forma de convertir las ideas en algo tangible, sino que se trata de la comunicación. La misma, comunica por medio de su diseño donde sus componentes tanto la secuencia espacial hablan sin palabras. Con ello, las estrategias dirigen la circulación dentro del mismo permitiendo la mayor apreciación de este posible. Por lo tanto, dentro de las estrategias de diseño se encuentra la relación con la arquitectura entre las matemáticas y el arte.


      Haciendo referencia al blog de matemáticas en la arquitectura es muy notable el uso de la geometría en la arquitectura mayormente en esa época. La misma, es representativa de la grandeza de las figuras de poder políticas o en la mayoría de los casos los dioses que eran veneradosi por las distintas religiones en el mundo. Sin embargo, la forma geométrica predominante que se observan en las plantas de las estructuras religiosas es la cruz y el círculo. Esto se debe, a la creencia que por medio de estas figuras habría un acercamiento mayor a Dios. Por ejemplo, el círculo era utilizado en las cúpulas y la cruz para centralizar el altar, de modo que lo hiciera el elemento jerárquico dentro de este espacio. 


    La realidad entre el arte y la arquitectura se encuentra en su capacidad compartida de transformar la percepción del espacio. Ambas disciplinas no solo representan el mundo, sino que lo reinterpretan, creando nuevas formas de habitarlo y sentirlo. En la arquitectura, cada forma, textura y proporción tiene un lenguaje propio que dialoga con el entorno y con quienes lo experimentan. Así como el arte puede alterar nuestra manera de ver una emoción o un concepto, la arquitectura modifica nuestra relación con el lugar y el tiempo. Cuando se cruzan, el espacio construido se convierte en una obra que no solo se observa, sino que se vive, invitando al cuerpo y a la mente a participar en una experiencia estética.


    Por lo tanto, la arquitectura y el arte no deben entenderse como esferas separadas, sino como reflejos de una misma búsqueda: dar forma a lo invisible. Ambos revelan una realidad que no solo se mide por su materialidad, sino por las sensaciones, ideas y memorias que despierta. En esa convergencia, la arquitectura se vuelve arte al trascender la función, y el arte se vuelve arquitectura al adquirir presencia en el espacio. Esta relación muestra que la verdadera realidad no está en los muros o las estructuras, sino en lo que provocan en nosotros. Es allí, en esa frontera entre lo tangible y lo imaginado, donde la arquitectura se convierte en la expresión más completa del arte.

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